
Un lugar para Micaela
Adonde aniden las golondrinas
y no se escuche la metralla.
Adonde el mar arme castillos de caracoles
y los chamanes oculten sus secretos.
Adonde los pinos olfateen el bosque
y el aire juegue con burbujas.
Adonde la gente pregone imposibles
y crezca un hombre nuevo
reluciente, intacto de vicio.
Allí, un día amarillo de soles
juntaré lavandas y algodones
y con una estrella,
alumbraré tu cuna.
DIANA POBLET